Me aturde la cascada del mundo
me inunda un preludio de silencio anémico
mi rostro es un reflejo de mármol
que no conduce a ninguna parte,
la sequía me lame las manos, los labios
Cierro los ojos
la niebla deforme de trapos oscuros me deshoja
hay goteras espesas en cada rincón mío
La sed se enciende
en la noche entera
donde me duermo con muros y frialdades
En ésta hsitoria me muero
aquí sólo fui un sueño húmedo de Brahma
Fuera de la historia soy
una mujer desteñida
que vaga por el lento vacío de tiempo
que resbala y edifica un desolado espacio
y oxida este viejo barco de tantas vidas.
Hoy estaré sola
en esta bodega interna
ascética, hambrienta de un cuerpo,
de sangre.
Muero y revivo a lo largo de la oblicua frontera de la conciencia.
Carolina, Agosto 2000
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